domingo, 6 de enero de 2013

POR LA COSTA VASCA... EN BUSCA DEL OLENTZERO.

Hubo un instante, créeme, en que me vi parando en el arcén de la autopista AP8 si no cesaba aquel vendaval.-

Tras un primer aviso poco antes del indicador de Elgoibar, no fue hasta casi llegar a Eibar, cuando, de repente, una racha fortísima de viento sur hizo que trazase una Z perfecta en el carril derecho de los dos que tiene la citada vía sentido a Bilbao. Puffff... Inclinación a izquierdas, los coches buscando un buen momento para adelantarme ,dado el continuo va y ven que llevaba. La vela que formamos el conjunto moto-baúles-paisano no ayudaba, y un Eolo, mosqueadísimo, se empecinaba en querer lanzarme,  desde allí arriba, por el precipicio hacia Eibar.-
Lo mas duro llegaría entre Vizcaya y Cantabria.-
Pero todo esto era al final de una escapada pre-navideña que, durante todo ese fin de semana, había sido benévola en lo meteorológico y fructífera en disfrutes........


Daban jornadas tranquilas para esos días. Otro paréntesis. Otro kit-kat de buen tiempo para el norte peninsular. Pero avisos de alertas amarillas por vientos en determinadas zonas, ponían la nota negativa.-
Aún y con esas, el viernes 21 por la mañana , in extremis,  tras confirmar la meteo por internet, desde el trabajo llamé y reservé dos posadas en sendas capitales vascas. Estaba decidido. Me largaba en busca del Olentzero  por todo lo largo del litoral vasco, desde la frontera cántabra hasta la francesa, rodando por Vizcaya y Guipúzcoa-.

Litoral vasco.


1º Día. 
Terminada la jornada laboral, prisas y mas prisas por preparar la montura, hacer unas livianas maletas y llenar el tanque para salir desde Cangas hacia Vizcaya.-
Ruta tranquila, respecto al viento, que me llevaría hasta el límite provincial cántabro-vizcaíno, para, seguidamente, dirigirme hasta el centro de Bilbao. Lo reseñable fue el caos circulatorio con el que me topé a mi llegada a la city bilbaína. Se celebraba ese día en las capitales de provincias vascas la fiesta de Santo Tomás, donde los paisan@s de los caseríos bajan a vender sus productos a la feria de la ciudad. Calles cortadas, gentes buscando sitio para estacionar, centenares de personas buscando por donde cruzar calles imposibles, la Policía Local desviando la circulación habitual....y el Gelu, Ayy el Gelu!! Loco perdido para buscar el hotel. Como perdido andaba un Garmin que nada sabía, tampoco, de las calles modificadas por las fiestas de ese día.-

En fin. Tras la ducha de rigor, una vez estacionada la inglesa en el ratonero aparcamiento del hotel, sito junto al Ayuntamiento del Bilbao y la ría, salí, ya caída la noche, a la marabunta de las calles bilbaínas.-


Paseo por el mercado, la zona vieja (a tope). Por el margen derecho del Nervión en busca de calma, me vi delante de un puente alto y curvo. Firmaba la obra, dicen, un conocido arquitecto nacional que, últimamente, lleva los muchos millones de maravedís que gana a una cuenta de algún afortunado banco suizo. Sus razones tendrá, si, pero a mi no me gusta mucho esa actitud, ya saben vuestras mercedes, eso de llevar sus cuartos a paraísos fiscales, que no la de diseñar puentes altos y curvos, que eso, de mi pa ti, que le sale muy bien...

Bilbao.

 
 
 

Al famoso museo llegué, como cuento, de noche. El Guggenheim es menos Guggenheim de noche. O no. No me importaba mucho, ya que al día siguiente pasaría por ese mismo lugar camino de Getxo y lo volvería a ver, esa vez con las primeras luces del día.

 Bilbao.
 
 
Caña tras caña y pintxo tras pintxo, encaminé mis pasos hacia la morada, esquivando mozas guapas, padres con sus vástagos, matrimonios de jubilados con mirada crítica que asentían o negaban con las escenas de meones muchachos, que, en la rue, sin vergüenza alguna y si con mucha gana, hacían pises allá donde podían. Bendita juventud y, bendito y efectivo servicio de limpieza del Excelentísimo Ayuntamiento de Bilbao....Vaya tirar de manguera!!.-

Bilbao.

 

2º Día.
Menuda noche!!! Madre mía!! Marcaba mi Protrek las 03:43 horas, cuando, el tipo que esto cuenta, daba vueltas y mas vueltas en la cama. El balcón daba a la ría y a la zona de fiesta. Por la calle el jolgorio era mayúsculo. Por los potentes altavoces de la fiesta, un coreano (del sur) se empecinaba en cantar, una y otra vez, su famosa y actual canción de moda, cuando, por fin, me entregaba en brazos de Morfeo.-

Madrugo. Preparo en el infiernillo el café (es lo que tiene un hostal barato en el centro mismo de Bilbo). Saco la inglesa del garaje y cargo las cosas. Cuatro borrachines, que nada rascaron esa noche, pasan a mi lado. Caras cansadas. Como la mía, pensé.-

El primer destino del día es Getxo. Esta localidad es muy bonita, tranquila y residencial. Por el paseo de la ría, desde el cual se ve el margen izquierdo de la misma, vi Santurce y, mas a la izquierda, Portugalete. Por encima justo, escoltan al paseante casas y palacetes de impresión que dicen mucho sobre el nivel Maribel de sus moradores.-


Getxo.


Santurce desde Getxo.
 
 

Seguí ruta hacia el norte, dirección a Plentzía, donde reposté y pasé por su ría. Continué hasta llegar a Armintza. Pueblo pequeño de pescadores donde paré a fotografiar su pequeña y pedregosa cala.

Armintza.


En marcha, amigo. La siguiente parada será un pueblo, cuyo nombre, me recordó a un pesquero que, hace unos años, estuvo secuestrado por fieros somalíes en el Indico. Bakio me gustó mucho. Un arenal lindo que, en esas horas, se doraba ya bajo los primeros rayos solares. Saliendo del pueblo, por la empinada carretera, paré a disparar unas fotos desde un mirador que tiene una escultura de peces de metal muy original.

Bakio.

 
 
 

La carretera, con muy buen piso, me fue llevando, poco a poco, por encima del Cantábrico. Sobre la vertical de los acantilados (será la tónica), la carretera me dejó sobre la famosa ermita de San Juan de Gaztelugatxe. Está enclavada, dicha ermita, en un islote, al cual se accede tras caminar por un camino empedrado y tallado en la roca. De nuevo, vistas impresionantes del horizonte. Tan azul, tan inabarcable.

San Juan de Gaztelugatxe.

 
 

Venga que nos vamos. Próxima estación, Bermeo. A este pueblo le tenía yo muchas ganas. No me digas el motivo, pero se lo tenía. Y créeme, no me defraudó. Ni le defraudará a vos cuando por allí aparezca con su montura. Pueblo pesquero puro y duro. Desde su puerto, uno de los mas importantes y famosos del norte, parten y partían bravos navegantes. Y amigo mío, cuando bajé hasta su puerto ¡¡ Ay cuando bajé!! Allí me topé con una réplica preciosa, pero desarbolada, de un barco ballenero del siglo XVII. Una maravilla hecha a escala real. Una nave que invitaba a soñar con mares de otros tiempos, con duros hombres de otros tiempos....Y de tanto soñar, desperté. Y comprendí que, hoy en día, ya no quedan tipos duros de aquellos y, que aquellos tiempos, ya no se repetirán.

Bermeo.

 
 
 
 

Con esos pensares y otros pesares, pasé por Mundaka y Sukarreta camino de Guernica. Ciudad famosa por ser protagonista de un cuadro de Picasso, el malagueño, y por ser víctima de las bombas de la Legión Condor. Cansado de dar vueltas buscando su famoso Árbol, partí, de nuevo, hacia el mar.-

Y así, llegué a una ría enorme. Y de enorme que era, era también preciosa. La jornada soleada hacia que los colores verdes de los montes adyacentes se magnificaran en un ideal contraste de tonalidades varias. Paré en las proximidades del arenal de Laida, atiborrado de vehículos y gentes.-

Ría de Guernica y Mundaka.
 
 
 

Piano piano entré en otro pueblo con solera marinera, Lekeitio. Playa de rubia arena, un número abundante de amarres deportivos, y un puerto pesquero con letras mayúsculas. Disparé fotos y monté en la inglesa. A otros lugares me iba.

Lekeitio.
 

 
 


Llegué a un pueblo que me sorprendió grátamente. Junto con el de Pasajes, fue sin duda, y sin desmerecer al resto, los que tienen un sabor mas antiguo, al menos a mi parecer o gusto. Un aire vetusto, digo, que transporta al visitante motorizado a otros días. Ondarroa, en este viaje, se escribe con letras grandes y en negrita. Precioso. Sin mas.

Ondarroa.




 Antes de llegar a Ondarroa, paré en un voladizo de la carretera. Aun lado, junto a la pared del acantilado, caída libre al pedrero. Por la otra parte, caída libre al mar. Un pasada.

Acantilados.

 

A la chita callando pasé por Mutriku, por Deba y por Zumaia, y por Guetaria también pasé, que me olvidaba. De esta última me traje un resquemor, y fue olvidarme de retratar a uno de los mejores navegantes-exploradores que ha dado este país nuestro. D. Juan Sebastián Elcano, natural de Guetaria, segundo de Magallanes, que realizó la primera vuelta al mundo, llegando a Sanlúcar de Barrameda al mando de la nao Victoria allá por 1522, tras completar la hazaña. Pasé bajo su monumento y lo vi, es el único consuelo....ummmmhhhhhhh. En fin.-

Sale uno de Guetaria, mire Vd, y tras dar unos giros a derecha por una perfecta carretera, se topa con el arenal de Zarauzt al fondo. Urbe residencial en su mayoría, allí vi unas casas muy bonitas y muy majas. Ya lo creo. Como los de Getxo. Nivel Maribel.-
Buscando una calle donde girar para meterme hacia la playa, al final de la localidad, sentido San Sebastián, sin querer, me di de bruces con el restaurante del conocido Karlos Arguiñano. Genio y figura. Estacioné justo delante, pegado a un paso de cebra, y me bajé a caminar a la playa. Allí estaba, dando la bienvenida, una réplica del cocinero, con la puerta entreabierta invitando a entrar. Renuncié y, le dí las gracias a la risueña imagen.-

Zarautz.
 
 
 
 

Quería llegar de día a San Sebastián para poder pasearla con algo de luz solar, todo lo contrario que en Bilbao, que la disfruté, si,  pero de noche.-

Salí de Zarautz dirección a Orio y posteriormente a Usurbil. De aquí, entrada, poco a poco, hasta el hotel cerca de Zurriola.-

 San Sebastián.


 
 
 

Tras una reponedora ducha, salí presto, de nuevo, a disfrutar de Donosti. Paseo por Zurriola, con decenas de surferos batiéndose entre ellos y el oleaje. El Cursal, el casco viejo, paseo por La Concha hasta los Peines de Chillida. Allí, sentado en lo alto de unos grandes peldaños, vi huir a un moribundo sol. Agradecile, pues,  la jornada que me había brindado, con su tibio calentar, nada desdeñable para un 22 de Diciembre. Porque si, era día 22, y  nada de nada en la Lotería. Pero, oigan, en el alma, hoy, supe que era un poco mas rico, tras ver lo que vi, tras rodar por donde rodé.-

San Sebastián.

 
 
 

3º Día.

Madrugué otra vez. Lo justo. Esta vez descansé bien, gracias. Desayuné un café en el pequeño y coqueto bar del hotel, con una simpática recepcionista orientándome sobre como entrar en Pasajes y las vistas que vería desde Jaizkibel, parte de los objetivos de esa jornada.

Llego en nada a Pasajes. Pasajes son tres Pasajes. San Juan, Ancho y San Pedro. Los tres, junto con el pueblo de Lezo, rodean la bahía. Aquí se mezclan distintas formas de ver el mar y su industria. Una tradicional y pesquera, la otra, aunque necesaria, menos bonita a la vista. Puerto industrial cien por cien. Grúas enormes, cargueros, montones de chatarra, etc...dan a Pasajes Ancho la cara menos agradable. San Juan y San Pedro me parecieron de los mas bonitos de las dos provincias vascas. Ambos pueblos escoltan y vigilan a los barcos que, haciendo malabares, consiguen penetrar en la bahía por su estrecha bocana.-

Pasajes. Los tres.

 
 
 
 

Subida toca ahora. Una cima mítica en la Vuelta al País Vasco, el Jaizkibel. Desde los primeros instantes de ascensión puedes ver la bahía. Otra jornada soleada prometía buenas vistas desde la cúspide de la montaña. Y no defraudó.-

San Sebastián al fondo, subiendo al Jaizkibel.

 
 
 

Bajando hacia el final del periplo costero, hacia Fuenterrabía, me paré en un mirador con restos de una suerte de fortificación. Allí, además de fotografiar, me vi sonriendo mirando hacia la que fuera mi casa. Aquella en que, durante dos años, viví cerca de la frontera con Francia, entre Irún y Behobia. Sobre la ría.-

Fortificación.

 

Que decir de las vistas. Desde allí arriba, con ese día, puedes ver, si subes -que subirás-, el limite natural entre España y Francia, que hace la ría del Bidasoa. A un lado Fuenterrabía (España), al otro Hendaya (Francia). Mas allá, San Juan de Luz, Biarritz y Bayona. Que recuerdos. Volví a sonreír.-

Frontera franco-española.


Bajando para Fuenterrabía, paré en la ermita de Guadalupe.-

 Ermita de Guadalupe.


Luego, ya abajo, subí hasta el faro y rodé por ese pueblo turístico guipuzcoano, hasta su ancha playa. Un domingo de invierno es fácil circular por el, pero allí se monta un buen telar circulatorio en época estival. Dando por finalizado este viaje por el litoral vasco, volví grupas hacia el oeste, para cabalgar solo, de nuevo, hacia Asturias.-

 Fuenterrabía.
 
 
 

Debía una parada antes de entrar en Cantabria, en el último -o primero, según circules- de los arenales vizcaínos. La Arena me permitió descansar un poco del terrible viento que estaba azotando esta parte de la cornisa. Al fondo, Castro Urdiales (Cantabria), marcaba el límite provincial.-

La Arena.



Y así, de este modo y rollo que te he soltado, fue como, sin mucha planificación, abandoné tierras astures para conocer, para rodar, POR LA COSTA VASCA....EN BUSCA DEL OLENTZERO.-


PD. Te preguntarás si me encontré al Olentzero "El Carbonero". Con esa intención partí, si. Imaginaba yo toparme con el de una manera bucólica, propia de las fechas en las que baja a traer los anhelados regalos a los niños vascos. Bucólica la forma, digo, a saber: En un pequeño bote entrando por la bocana de la bahía de Pasajes, o bajando por los prados, entre los rebaños de ovejas lacha que vi en las montañas de Ibarrangelu.....Nada mas lejos de la realidad. Al Olentzero me lo encontré, todo pancho, sentado en una silla a pié de acera en la festiva Bilbao (no sabe nada). Ahhhh!!!  Que lo sepas!! El tío es del Athletic y fuma en pipa..si si...Ahí lo llevas!!!.

El Carbornero, Olentzero.

PD.2. Si me preguntas si merece la pena recorrer el litoral vasco, ese por donde ruedas entre pinos y acantilados, donde por tu siniestra ves mar y por tu diestra montaña, donde ruedas a la vera de rías tachonadas por viejos caseríos,  donde ves trabajar el campo a duros labriegos, como duros son, también, unos marineros que no hay galerna que los deje en tierra. Allí, donde podrás escuchar hablar en la lengua de los vascos. Esos mismos vascos que, otrora, llevaron con orgullo el nombre de España por inhóspitos oceanos que, ni los viejos mapamundis de entonces, tenían grabados....Si me preguntas si merece la pena recorrer el litoral vasco, te diré, te digo amigo mío, hoy mas que nunca: BAI, HORIXE!!!. (Claro que si).-

Ráfagas, vsssss, y abrazos gordos para tod@s.
Gelu.




8 comentarios:

  1. No me coge de sorpresa que te haya gustado, no es para manos. Esa costa es de los mejores sitios para ir en moto.
    Gracias y enhorabuena.

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  2. Gracias a ti por molestarte en ver el post. Si, esa costa, como las del Norte en general, merecen una visita.
    Un saludo.
    Gelu.

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  3. Bonita tierra para perderse y disfrutar de sus gentes y su cultura. Pena que por culpa de cuatro energúmenos se vea distorsionada la imagen del país vasco.

    Gran crónica y unas fotos fantásticas.

    Un saludo Gelu V´´ss...

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    1. Estoy contigo en eso, Paco. No hay mejor cura para los complejos mutuos que yendo y gozar de sus paisajes y paisanajes.
      Gracias por pasarte por aquí.
      Gelu.

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  4. Muy buena la crónica. Veo que te has empapado bien para hacerla y te ha quedado de 10+++.
    La verdad es que la costa Cantábrica es un paraíso para ir en moto o mas bien el Norte.
    Un saludo.
    VVVVVVsssss

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    1. El franja costera cantábrica es una maravilla para rodarla.
      Un saludo, amigo.
      Gelu.

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  5. Yo soy de Bilbao y además motera y tengo que decirte que me ha encantado tu crónica, sobre todo el final que me ha emocionado.... Toda la costa norte es fantástica y sobre todo si la pillas con algunos días de sol para verla en todo su explendor

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    1. Esa costa tuya, amiga mía, si que es encantadora. Emoción es lo que uno siente cuando rueda en soledad por rincones como esos.
      Saludín.
      Gelu.

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